Cargar con el peso que suponen las botellas o las garrafas de agua, el espacio que requieren de almacenaje o su reciclaje posterior son solo algunos de los inconvenientes que supone beber agua embotellada. Sin embargo, a todos estos problemas se suman otros, tales como la mala calidad de algunas marcas de agua.
¿Cómo saber si la marca de agua embotellada que bebes es de mala calidad? Os lo contamos a continuación.
En el mercado existen tres tipos de aguas embotelladas. Por un lado, el agua mineral natural, recogida en un origen profundo y que debe ser envasada tal cual sale del manantial. Esta es la más recomendable según los expertos. En segundo término encontramos el agua de manantial, que no tiene porqué demostrar sus beneficios para la salud, al contrario que la primera y en último lugar, el agua potable preparada. Esta última destaca por ser cualquier agua sometida a algún tratamiento para mejorar su calidad y cambiar su composición.
Independientemente del origen del agua, para conocer la calidad del agua es necesario entender adecuadamente sus complicadas etiquetas. En este sentido, es necesario saber que la legislación establece estas categorías:
- Bicarbonatadas: En términos generales colaboran a las digestiones pesadas, así como a prevenir la acidez.
- Sulfutadas: activan el movimiento intestinal.
- Cloruradas: Conocidas por fomentar la secreción gástrica y biliar.
- Ferruginosas: Mantienen los altos niveles de hierro.
- Hiposódicas: Favorecen las diuresis.
- Cálcicas: Previenen la osteoporosis.
- Flouradas: Indicadas especialmente para las caries.
- Magnésicas: Se les atribuyen propiedades como aliviar el estrés y la ansiedad, siendo laxantes.
Para elegir adecuadamente el agua embotellada también es necesario conocer el material en el que se ha embotellado el agua, ya que, cada tipo de material tiene una serie de características que afectan al agua.
Dejando a un lado las de cristal, respecto al plástico encontramos el PET (Tereffalato de polietileno) que no es reutilizable, HDPE (Polietileno de alta densidad) que apenas libera químicos y el LDPE (Polietileno de baja intensidad) cuya diferencia con el anterior radica en que no siempre puede ser reciclado.
Así y como hemos visto, saber qué marca de agua tiene mayor calidad puede convertirse en una tarea ardua y compleja. Es por ello por lo que cada vez son más frecuentes las fuentes de agua, sobre todo en entornos laborales.
Además del ahorro económico que suponen, pues no hay que comprar más agua embotellada y del ahorro en cuanto a espacio, las fuentes de agua suministran una agua de calidad apta para todo tipo de personas. Además, disminuyen los riesgos de padecer infecciones o enfermedades y está libre de impurezas.
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